Martes, 18 de diciembre de 2013.
6073 km. Seis mil setenta y tres kilómetros. Se dice pronto. 8 horitas en avión. 5 horas de diferencia en "invierno", 6 en verano.
Que hace un calor alucinante aun en pleno diciembre. No quiero ni imaginarme un 5 de agosto a las 15:00. Mosquitos. Bueno, más bien helicópteros. ¿No sé que tendrá la sangre española? Pero al parecer, les gusta.
Sol, playa, arena, mar, pero mejor me quedo en la orilla.
Todavía no he visto a nadie con pantalones cortos. Para ellos hace fresquito. Mientras, yo me derrito como un cubito de hielo fuera del congelador :)
En Italia conducen a las mil maravillas comparado con esto.
Coger el teléfono, decir "hola",que te contesten "¿aló?" y pensar que te están vacilando. O que te respondan a todo con "OK" y pensar que no les importa lo más mínimo lo que dices. Después entender que es como nuestro querido "vale" y verle sentido a todo.
"¿Qué hora es allá?" se convierte en el pan de cada día. Eso, e intentar pillar WiFi donde sea, para ver 1989038367290 güachaps y contestar con monosílabos porque se va la señal.
Ponerte a llorar como una magdalena cada vez que hablas con tus hermanos pequeños (ese hermano con el que te peleas desde que echó su primer diente también) o cada vez que escuchas Jet Lag de Simple Plan.
Porque ni la más maravillosa isla paradisíaca, con el mejor clima, tener NBA TV, poder ver la programación de EEUU, pasar las Navidades en Miami y visitar el Wizardy World of Harry Potter, la barra libre en el bar y el buffet de tartas con selva negra son equiparables a llevar más capas que una cebolla porque hace un frío que pela, que nadie note tu ausencia y pasarte días sin abrir el Whatsapp, estar horas y horas tuiteando porque no tienes nada mejor que hacer, ser un nini, hacerte el caminito casa-facultad de matemáticas, ir al gimnasio a que te grite la pelirroja maja o tu madre en casa porque no has recogido tu habitación OTRA VEZ, ir a buscarles a la salida de clase y estar con ellos 30 minutitos por hacer algo.
Pero yo no soy Dorothy, y tampoco estoy en Kansas.
Que hace un calor alucinante aun en pleno diciembre. No quiero ni imaginarme un 5 de agosto a las 15:00. Mosquitos. Bueno, más bien helicópteros. ¿No sé que tendrá la sangre española? Pero al parecer, les gusta.
Sol, playa, arena, mar, pero mejor me quedo en la orilla.
Todavía no he visto a nadie con pantalones cortos. Para ellos hace fresquito. Mientras, yo me derrito como un cubito de hielo fuera del congelador :)
En Italia conducen a las mil maravillas comparado con esto.
Coger el teléfono, decir "hola",que te contesten "¿aló?" y pensar que te están vacilando. O que te respondan a todo con "OK" y pensar que no les importa lo más mínimo lo que dices. Después entender que es como nuestro querido "vale" y verle sentido a todo.
"¿Qué hora es allá?" se convierte en el pan de cada día. Eso, e intentar pillar WiFi donde sea, para ver 1989038367290 güachaps y contestar con monosílabos porque se va la señal.
Ponerte a llorar como una magdalena cada vez que hablas con tus hermanos pequeños (ese hermano con el que te peleas desde que echó su primer diente también) o cada vez que escuchas Jet Lag de Simple Plan.
Porque ni la más maravillosa isla paradisíaca, con el mejor clima, tener NBA TV, poder ver la programación de EEUU, pasar las Navidades en Miami y visitar el Wizardy World of Harry Potter, la barra libre en el bar y el buffet de tartas con selva negra son equiparables a llevar más capas que una cebolla porque hace un frío que pela, que nadie note tu ausencia y pasarte días sin abrir el Whatsapp, estar horas y horas tuiteando porque no tienes nada mejor que hacer, ser un nini, hacerte el caminito casa-facultad de matemáticas, ir al gimnasio a que te grite la pelirroja maja o tu madre en casa porque no has recogido tu habitación OTRA VEZ, ir a buscarles a la salida de clase y estar con ellos 30 minutitos por hacer algo.
Pero yo no soy Dorothy, y tampoco estoy en Kansas.
Autora: Ana Camila Bertomeu Abreu
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